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lunes, 17 de marzo de 2014

25 Minutos


"...en tu abrazo, yo abrazo lo que existe..."
Cien Sonetos de Amor 
Pablo Neruda
 
Así de simple y sencillo podríamos resumir todo lo que un abrazo nos puede llegar a hacer sentir...




Observo que cada vez más se va extendiendo esta práctica que hasta hace muy poco parecía que nos daba cierto reparo a hacer. Los abrazos, son fáciles de dar, (aparentemente), y sólo con tener un mínimo de aprecio por una persona, nos puede resultar muy fácil. Claro que, al acercarnos, se nos requiere un abrir los brazos y el corazón y esto a veces, nos puede hacer sentir vulnerables e incómodos. 
No todos estamos acostumbrados, dispuestos, ni somos igual de expresivos a la hora de dar y recibir cariño.



A mí me parece, que el abrazo es algo que engloba mucho en "muy poco". A veces nos facilita expresar con sólo un gesto lo que queremos transmitirle a ese ser cuando las palabras no nos son suficientes o no encontramos las adecuadas; Cuando no sabemos qué decir o cuando lo queremos decir todo, sin decir nada. Abrazos de alegría, de compasíon, de hacernos saber que no estamos sólos, que darlo todo y no sabes cómo. Para dar fuerza, recibirla...de acompañamiento...Tantos y tantos motivos y sensaciones para cada una de las personas a las que acercamos nuestro pecho para dar o recibir. Es en definitiva, anclarnos a ese Alma para ponernos "a salvo" por unos segundos.

O minutos!



De entre todos los abrazos que he vivido, recuerdo uno muy especial; uno que duró exactamente 25 minutos. Lo viví en su momento y lo sigo viviendo aún ahora...

Mis abrazos con él casi todos empezaban igual y todos eran especiales: sonaba el interfono, yo corría  a darle al botón, me iba hacia la puerta, abría y esperaba sonriendo en el quicio a que él terminara de subir la escalera para justo en el umbral abrazarnos por unos minutos después de varios días sin vernos.

Y otra vez la misma manera. Pero aquel día era algo diferente, muy diferente. Ya nos habíamos estado comentando a lo largo de la tarde lo mucho que nos echábamos de menos y aquél 17 de Marzo, después de la media noche, abrí una vez más la puerta de casa de par en par y esperé como siempre y descalza, que terminara de subir los últimos escalones para abrazarnos.



No puedo expresar bien bien con palabras todo lo que en esos minutos llegué a vivir y sentir, pero lo voy a intentar, porque así me apetece compartirlo.

Era como si en algún rincón de esa piel hubiera dejado mi corazón y la única manera de sentir que lo había recurperado era permanecer fundida en ese hogar.  Es como dejar un objeto muy preciado en un lugar de confianza  e ir allí cada vez que necesites tenerlo en tus manos y sentirlo para reconfortarte.

Un abrazo en el que se mezcló la alegría de volver a mirarme en esos ojos que durante siglos me he mirado, un temblor estúpido, sentía como los latidos de mi corazón eran capaces de hacerlo saltar y en cualquier momento fuera a salir por la boca y aún así, sentía la Paz cuando de puntillas me quedé encajada entre sus brazos. 

La única comunicación que había en esos momentos eran las sonrisas tímidas, la presión del cuerpo, el tacto sobre la piel, la temperatura... Y envueltos en un silencio que lo decía todo, se pararon los minutos, el mundo... todo alrededor desaparió, sintiéndonos los 2 en uno, en una misma alma.



Así, tal cual, transcurrieron los 25 minutos de un abrazo que ha dejado grabado para siempre en mi piel un 17 de Marzo.

Amig@, cuando estés metido en un abrazo, déjate acoger, déjate cuidar, abandónate, entrégate...
Sólo así podrás sentir lo que es sentirse "a salvo" y el verdadero Hogar...
 



“Podemos manejar la energía, podemos dar afecto y provocar alegría, 
podemos tender la mano y hacer más liviana la carga de algunos, 
podemos hacer personas felices con sólo procurarlo, 
esta capacidad es nuestra mejor ventaja en este mundo. 
 Debemos salir a la vida a dar, dar, dar y dar. 
 Salir a escuchar, a abrazar, a servir, a ayudar, a brindar alegría”
- Osho -








1 comentario:

  1. Jose Luis18/3/14 09:07

    Comenzando con Neruda y terminando con Osho, me ha encantado dejarme llevar por tus palabras.

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